Mi historia con los relojes
Siempre he pensado que de no haber nacido hijo de un relojero, yo habría buscado la relojería por mi cuenta. Bueno, eso es lo que he pensado al llegar a ser adulto.
Lo cierto es que la relojería es algo fascinante. Entras en contacto con la física en la vida real. El pensamiento lógico. La previsualización. La imaginación. La perseverancia. La meditación.
Lo cierto es que la relojería es algo fascinante. Entras en contacto con la física en la vida real. El pensamiento lógico. La previsualización. La imaginación. La perseverancia. La meditación.
Como ya mencioné, mi padre fue mi maestro de relojería. De hecho a sus 76 años aún hacer reparaciones de relojería. Y así a mediados de 1970, tuve mis primeros contactos con la relojería. Debo mencionar que mi padre no fue el único relojero en la familia. Su hermano mayor, fue quien lo formó en la relojería a el.
Años después en los 80s estuve de aprendiz con mi tío. Por aquel tiempo, ni teníamos idea que vivíamos en lo que hoy se conoce como "la crisis del reloj de cuarzo". Aunque si veíamos su presencia, no entrabamos en cuenta de la magnitud de su amenaza. Situación que hizo zozobrar a las más sólidas instituciones relojeras de europa y del mundo. En los 90s los relojes de batería ya dominaban el mercado de los relojes. Y los relojeros nos estábamos quedando sin trabajo. Las grandes relojerías y las pequeñas se debieron adaptar.
Al final de la década de los 90s y principios de 2000, tuve que transformar mi taller de relojería en taller de reparación de cámaras fotográficas. Solo para comprender que las cámaras de rollo, tenían contados sus días también.
La gran mayoría de mi herramienta de relojería permaneció guardada por muchos años. Con la esperanza e ilusión de volver a lo que más me gusta: la restauración de relojes mecánicos.
Ya bien entrada la era de las computadoras e internet, vuelvo a buscar la relojería. Lo hice ofreciéndome en el gobierno municipal de mi ciudad, para restaurar el reloj de torre del parque central. Casi nadie me conocía como relojero ya. Había tenido que hallar formas variadas de ganarme la vida. Pero me otorgaron el trabajo de restauración del reloj de la casa de la cultura. Con ello llegamos al año 2012.
En el año 2014, con la única credencial que tenía, la restauración del reloj de La Casa De La Cultura, me ofrecí a restaurar el reloj de torre del Parque San Luis en Salcajá Quetzaltenango. Y confiaron en nosotros. Desde entonces estos relojes son una parte importante de mi vida. Al reloj de La Casa De La Cultura en Quetzaltenango, debo visitarlo diariamente. Y el de Salcajá. una vez cada 3 días y medio. Efectivamente, mi trabajo y mi vida.
Años después en los 80s estuve de aprendiz con mi tío. Por aquel tiempo, ni teníamos idea que vivíamos en lo que hoy se conoce como "la crisis del reloj de cuarzo". Aunque si veíamos su presencia, no entrabamos en cuenta de la magnitud de su amenaza. Situación que hizo zozobrar a las más sólidas instituciones relojeras de europa y del mundo. En los 90s los relojes de batería ya dominaban el mercado de los relojes. Y los relojeros nos estábamos quedando sin trabajo. Las grandes relojerías y las pequeñas se debieron adaptar.
Al final de la década de los 90s y principios de 2000, tuve que transformar mi taller de relojería en taller de reparación de cámaras fotográficas. Solo para comprender que las cámaras de rollo, tenían contados sus días también.
La gran mayoría de mi herramienta de relojería permaneció guardada por muchos años. Con la esperanza e ilusión de volver a lo que más me gusta: la restauración de relojes mecánicos.
Ya bien entrada la era de las computadoras e internet, vuelvo a buscar la relojería. Lo hice ofreciéndome en el gobierno municipal de mi ciudad, para restaurar el reloj de torre del parque central. Casi nadie me conocía como relojero ya. Había tenido que hallar formas variadas de ganarme la vida. Pero me otorgaron el trabajo de restauración del reloj de la casa de la cultura. Con ello llegamos al año 2012.
En el año 2014, con la única credencial que tenía, la restauración del reloj de La Casa De La Cultura, me ofrecí a restaurar el reloj de torre del Parque San Luis en Salcajá Quetzaltenango. Y confiaron en nosotros. Desde entonces estos relojes son una parte importante de mi vida. Al reloj de La Casa De La Cultura en Quetzaltenango, debo visitarlo diariamente. Y el de Salcajá. una vez cada 3 días y medio. Efectivamente, mi trabajo y mi vida.